God of War III : Sony saca la pirotecnia

martes, 23 de marzo de 2010


Nadie puede dudar de adónde han ido a parar los 44 millones de euros que ha costado desarrollar God of War III. La categoría de superproducción se adapta perfectamente a un título que sirve para poner punto y final a la saga. Calificativos como grandioso y espectacular se quedan cortos ante el despliegue técnico del juego. Maravilloso.

Cualquiera que pase por delante de la tele y mire hacia ésta se quedará hipnotizado por la fastuosa y violenta mezcla de mitología griega y acción en tercera persona. Y ya. Jugar a God of War III es otra cosa. Las sensaciones no se acercan a las del primer God of War. Donde aquel sorprendía, éste se repite. Es el mismo juego pero a lo grande, no en vano es el primer God of War en PlayStation 3 y posiblemente el mejor juego de la consola en lo que se refiere a lo visual.

No se trata de comparar a God of War III con todos los juegos que han tratado de competir con él, sobre todo en el último par de años, sino de plantear si esta tercera entrega innova en algo respecto a sus predecesoras. Lo hace, innova en los minijuegos de reflejos –los 'quick time events'- en los que el jugador tiene que responder con velocidad de reacción a las secuencias de botones que aparecen en pantalla.

En esta ocasión, los iconos de los botones aparecerán en pantalla en la posición en la que ese botón está en el mando. Interesante, pero la innovación de un juego de estas características no puede reducirse a esto. God of War III quizá peque de confiar mucho en lo que ha sido la saga siempre: una consecución de escenas de combate, puzles, zonas de plataformas y peleas contra un jefe.

El caso es que por una cosa o por otra, la mezcla sigue funcionando. Digamos que esa 'cosa u otra' se resume en que en esta entrega el todavía más bestia (hasta demasiado bruta, diríamos), el público quiere seguir jugando al juego de siempre y el gran esfuerzo de innovación de Santa Monica Studios se ha centrado en hacer que God of War III sea el juego más espectacular que se haya creado nunca.

Del mismo modo que es espectacular, God of War III es tremendamente divertido. Su espectacularidad se plasma en un ir y venir de situaciones increíbles en los escenarios más inverosímiles que podríamos imaginar. Los titanes, sobre cuyos hombros se desarrollan varios de los combates y fases del juego, son prueba de ello.

La aparición de enormes cantidades de enemigos delante de ti se convierte en el desahogo perfecto para la espada de Kratos, incluso por encima de la relajación que ofrecen las subidas de tono escenas de sexo que sacuden de vez en cuando al jugador y que pelean por destacar frente a otras escenas, éstas llenas de cruda violencia que puede llegar a impresionar a muchos.

Al alcance de fans y novatos

Dentro de todo este divertimento que suponen los grandes combates y puzles cargados de pirotecnia de primer nivel existe un ligero desajuste de objetivo: ¿Va el juego dirigido a los fans de la saga o a un público amplio tal y como comentaba Chris O’Neill, uno de sus creadores, en una reciente visita a España?

En el juego no se termina de concretar. La trama, tan fantasiosa como en los anteriores títulos, no permite al recién llegado comprender nada de lo que está pasando con Kratos y por qué está tan enfadado. El juego, en su sistema de combate lleno de combos, se ha abierto tanto que el fan sólo encontrará auténticos retos en los jefes finales de cada fase.

Precioso, divertido y con un patrón de juego tan ordenado que deberían tomarlo de ejemplo para enseñar diseño de videojuegos en las universidades. Nada está tan en contra de God of War III como el propio III del título. Sí, es el primero de la serie en PS3, pero lo mismo ocurrió con Halo 3 en Xbox 360, que ya sabíamos cómo iba a acabar.

A esta obra de arte sólo le falta el brillo de la originalidad y del paso del tiempo. Seguro que con los años y la nostalgia se recordará como el mejor juego de acción que Sony nunca hizo para su PS3.

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